jueves, 27 de octubre de 2005

La Ciudad de los Césares



América no aparece cuando la descubre Colón. América comienza a existir cuando es inventada. Será mejor que me explique. Lo que Colón estaba haciendo era buscar una ruta para llegar a Oriente navegando hacia Occidente. Y cuando se encontró con esta tremenda masa de territorio –que por cierto nunca pudo apreciar del todo- creyó que había llegado a “Las Indias”, como llamaban a Oriente en esa época. Claro, después se dieron cuenta que era un continente completo y un mundo totalmente desconocido. ¿Qué significado darle a estas inmensidades que ni siquiera tenían nombre?
Un ensayista mexicano, Edmundo O’Gorman, escribe sobre este fenómeno y la denomina “La Invención de América”, puesto que nuestro continente comienza a existir cuando los europeos logran construir un significado para estas tierras desde su propio imaginario. Así, el Nuevo Mundo se llena de las utopías y sueños, infiernos y pesadillas, mitos y leyendas que habitaban en la cultura del Viejo Mundo y que, cruzando el océano, se instalaron en “Las Indias”. Con eso en mente, los conquistadores exploraron, construyeron, destruyeron, colonizaron, mataron y fueron muertos. Una de las más importantes leyendas surgidas durante en esa época, siglo XVI, es La Ciudad de los Césares. En ella se muestra un paradisíaco lugar patagónico donde se asentaba una ciudad fantástica, repleta de metales preciosos, construida de oro y plata. Sus habitantes, inmortales, poseían enormes riquezas, y sus tierras garantizaban abundancia y fertilidad. Exacto: el mito del Edén instalado en América. Existen estudios detallados de este maravilloso relato y novelas que han nacido al calor de su fascinación. La novela “La Ciudad de los Césares” de Manuel Rojas trata de Onaisín, un indio ona de Tierra del Fuego. Su vida, y la de su perro, transcurren plácidas hasta cuando aparece el hombre blanco en busca de la mítica ciudad. Esta novela, dedicada por el autor a sus hijos, fue publicada en 1936 y se aleja un tanto del estilo realista y existencial de Rojas, para entrar de lleno en la aventura ficticia. ¿Por qué esta necesidad de construir significados nuevos a las mismas historias? Tengo un par de ideas al respecto que me gustaría conversar contigo. Mándame tus comentarios.

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