jueves, 27 de octubre de 2005

Gramática para la precisión


Para inventar nuestra vida, para relacionarnos con los demás, para pedir, prometer, reclamar, ofrecer, y tantas otras acciones, necesitamos del lenguaje. Esta necesidad traspasa todos los aspectos de lo que hacemos y queremos hacer. Sin embargo, está realidad tan importante -preocuparnos de nuestro lenguaje- no se refleja en la práctica como es debido. Necesitamos aprender a cuidar de nuestra expresión cotidiana. Hablamos de manera imprecisa, usamos fuertes coprolalias en todo tipo de situaciones, confundimos los tipos de oraciones, no utilizamos bien la estructura del idioma, dejamos nuestras oraciones a medias, suponiendo que es el otro el responsable de entendernos cuando, en verdad, nosotros somos los responsables de que nos entiendan.La gramática nos enseña a ser precisos en nuestra expresión y, también, a resolver las confusiones. Esta importante disciplina lingüística se vuelve cada vez más interesante y atractiva cuando nos provoca el esfuerzo de reflexionar y nos ayuda a emprender los caminos más complejos del conocimiento.Para empezar esta aventura, te invito a resolver los siguientes ejercicios de uso verbal del pretérito imperfecto, completando las breves historias que se indican a continuación:Visita a España,
Naufragio,
Problemas con la calefacción y
Descanso de los estudios. Cuando hayas concluido los ejercicios, envíame tu puntuación y comentarios en este mismo post del blog.

La Ciudad de los Césares



América no aparece cuando la descubre Colón. América comienza a existir cuando es inventada. Será mejor que me explique. Lo que Colón estaba haciendo era buscar una ruta para llegar a Oriente navegando hacia Occidente. Y cuando se encontró con esta tremenda masa de territorio –que por cierto nunca pudo apreciar del todo- creyó que había llegado a “Las Indias”, como llamaban a Oriente en esa época. Claro, después se dieron cuenta que era un continente completo y un mundo totalmente desconocido. ¿Qué significado darle a estas inmensidades que ni siquiera tenían nombre?
Un ensayista mexicano, Edmundo O’Gorman, escribe sobre este fenómeno y la denomina “La Invención de América”, puesto que nuestro continente comienza a existir cuando los europeos logran construir un significado para estas tierras desde su propio imaginario. Así, el Nuevo Mundo se llena de las utopías y sueños, infiernos y pesadillas, mitos y leyendas que habitaban en la cultura del Viejo Mundo y que, cruzando el océano, se instalaron en “Las Indias”. Con eso en mente, los conquistadores exploraron, construyeron, destruyeron, colonizaron, mataron y fueron muertos. Una de las más importantes leyendas surgidas durante en esa época, siglo XVI, es La Ciudad de los Césares. En ella se muestra un paradisíaco lugar patagónico donde se asentaba una ciudad fantástica, repleta de metales preciosos, construida de oro y plata. Sus habitantes, inmortales, poseían enormes riquezas, y sus tierras garantizaban abundancia y fertilidad. Exacto: el mito del Edén instalado en América. Existen estudios detallados de este maravilloso relato y novelas que han nacido al calor de su fascinación. La novela “La Ciudad de los Césares” de Manuel Rojas trata de Onaisín, un indio ona de Tierra del Fuego. Su vida, y la de su perro, transcurren plácidas hasta cuando aparece el hombre blanco en busca de la mítica ciudad. Esta novela, dedicada por el autor a sus hijos, fue publicada en 1936 y se aleja un tanto del estilo realista y existencial de Rojas, para entrar de lleno en la aventura ficticia. ¿Por qué esta necesidad de construir significados nuevos a las mismas historias? Tengo un par de ideas al respecto que me gustaría conversar contigo. Mándame tus comentarios.

jueves, 20 de octubre de 2005

El Hobbit o el aburrimiento como oportunidad


Quizás una de las narrativas más potentes y seductoras de todos los tiempos sea la creada por J.R.R. Tolkien. Se cuenta que el autor, profesor en Oxford, estaba corrigiendo exámenes y, para escapar del aburrimiento, escribió en una hoja suelta: “En un agujero bajo la tierra, vivía un hobbit...” y de allí comienza a construir una épica que se conserva en El Hobbit y que culmina con “El Señor de los Anillos”, aunque el tono narrativo y estilo de ambas obras es muy distinto.
La literatura de Tolkien tiene esa capacidad de llevarnos a mundos que nos sacan de lo vulgar y cotidiano, mundos con sus propias leyes, poblados de criaturas y seres extraordinarios, en los cuales los personajes se muevan con una naturalidad que nos hace verosímil el relato. Trasladarnos a otros mundos nos permite desarrollar la imaginación y, por su intermedio, construir nuestras propias vidas reales. No olvides que todo lo que existe es porque alguien lo imagino antes, desde la escritura hasta los transbordadores espaciales, pasando por las computadoras, las empresas, y por el nombre que te pusieron tus padres. Frecuentemente escucho un ánimo negativo en los niños y jóvenes expresado en: “me da lata”, “oh, qué aburrido”, “qué fome”. Y como si ese ánimo fuera, además, responsabilidad de otros, por ejemplo, los profesores. Siempre me ha llamado la atención el aburrimiento. Ante lo mismo –sea un libro, una actividad, etc.-, niños de la misma edad, del mismo curso incluso, uno se aburre y el otro lo pasa fantástico, queda fascinado para toda la vida. Conclusión: el aburrimiento es una emoción que vive en la persona que mira y no el objeto. En otras palabras, no es que el libro “sea” aburrido, soy yo quien no logró activar mi entusiasmo hacia el libro. Pero piensa, además, que incluso si te “lateas”, el aburrimiento también es un espacio para la creación, para explorar tu curiosidad y tu capacidad de asombro, así, no te sientas mal cuando te aburres, míralo como una oportunidad, si no, pregúntale a Tolkien. En este sentido, dame tu opinión personal acerca de “El Hobbit” y seguimos conversando.La literatura de Tolkien tiene esa capacidad de llevarnos a mundos que nos sacan de lo vulgar y cotidiano, mundos con sus propias leyes, poblados de criaturas y seres extraordinarios, en los cuales los personajes se muevan con una naturalidad que nos hace verosímil el relato. Trasladarnos a otros mundos nos permite desarrollar la imaginación y, por su intermedio, construir nuestras propias vidas reales. No olvides que todo lo que existe es porque alguien lo imagino antes, desde la escritura hasta los transbordadores espaciales, pasando por las computadoras, las empresas, y por el nombre que te pusieron tus padres. Frecuentemente escucho un ánimo negativo en los niños y jóvenes expresado en: “me da lata”, “oh, qué aburrido”, “qué fome”. Y como si ese ánimo fuera, además, responsabilidad de otros, por ejemplo, los profesores. Siempre me ha llamado la atención el aburrimiento. Ante lo mismo –sea un libro, una actividad, etc.-, niños de la misma edad, del mismo curso incluso, uno se aburre y el otro lo pasa fantástico, queda fascinado para toda la vida. Conclusión: el aburrimiento es una emoción que vive en la persona que mira y no el objeto. En otras palabras, no es que el libro “sea” aburrido, soy yo quien no logró activar mi entusiasmo hacia el libro. Pero piensa, además, que incluso si te “lateas”, el aburrimiento también es un espacio para la creación, para explorar tu curiosidad y tu capacidad de asombro, así, no te sientas mal cuando te aburres, míralo como una oportunidad, si no, pregúntale a Tolkien. En este sentido, dame tu opinión personal acerca de “El Hobbit” y seguimos conversando.

miércoles, 12 de octubre de 2005

Galeano cien veces


“¡Hasta cuando!”, actuar, hacer algo, reconocer nuestra situación, partir a cambiar el mundo. Al leer sus obras, hechas con ese estilo paradojal y sorprendente que lo caracteriza, parece que ya no hacen falta comentarios, solo la acción. Galeano rescata nuestra belleza, belleza que está en la gente latinoamericana, en su fuerza ante el dolor y la pérdida. Su prosa recupera el valor del lenguaje, nos invita a mirar la vida que hemos construido para nosotros y para nuestros descendientes, sin culpa, sí con responsabilidad y valentía. La literatura de este autor uruguayo es un profundo compromiso con los seres humanos, con los más humildes y despojados, al hacer la historia del “pillaje” que ha sufrido Latinoamérica, puesto que, siendo un continente rico, la mayoría vive en la pobreza. Literatura que condena el neoliberalismo y que apuesta por un socialismo real y concreto. Eduardo Galeano ha dicho que los pequeños del mundo tienen cada vez menos el derecho de ser niños. ''Los niños ricos están cada vez más condenados a ser tratados como si fueran dinero. Los niños pobres, cada vez más maltratados, como si fueran basura. Y los de en medio, cada vez más atados a la pata del televisor". La lectura de “100 relatos breves”, por ejemplo, te puede ayudar a recuperar tu infancia, como en el cuento “El mundo”, en el cual puedes averiguar qué clase de fuego eres y cuál te gustaría ser.

martes, 4 de octubre de 2005

Moliere, consecuente hasta al fin

Le dio “palos” a todo el mundo, a los hipócritas, a los cínicos, a los farsantes, a los que hoy en día llamaríamos “cuicos”, a los curas, a las mujeres vanidosas y superficiales, a la mediocridad de los empleados y, sobre todo, a los médicos y su arrogante ignorancia frente a la enfermedad. Molière escribió en pleno barroco francés, época de absolutismos y apariencias, y es considerado el máximo compositor de comedias en lengua francesa. En su obra buscó “corregir las costumbres mediante la risa”. Claro, la gente que asistía a sus obras reía a mandíbula batiente con la burla de los vicios de sus contemporáneos, y también de los propios. ¿Qué aspecto de la vida actual te molesta? ¿Qué te gustaría que cambiara? Una forma de no amargarse con tanta tontera cotidiana es reírse de nuestras leseras y, con buen ánimo, cambiar. Los que no se reían mucho con las comedias de Molière eran los médicos, puestos en el ridículo más evidente en obras tales como “El Enfermo Imaginario” y “El Médico a Palos”. En ese tiempo, la profesión médica no estaba muy avanzada y, por ejemplo, para bajar la fiebre, usaban sanguijuelas o para cualquier mal, que según los doctores no eran otra cosa que el “desequilibrio de los humores”, o líquidos internos, recetaban y procedían a realizar brutales sangrías. Con ese método te sanas o te mueres. A Molière le aterraban los médicos, tanto así que, aún muy enfermo luego de una representación teatral, no llamó a ningún médico. Consecuente hasta el fin, murió.