martes, 27 de septiembre de 2005

El arte de la fortaleza

No escribas bajo el imperio de la emoción.
Déjala morir y evócala luego.
Si entonces eres capaz de revivirla tal cual fue,
has llegado en arte a la mitad del camino.


(Decálogo del Perfecto Cuentista. Horacio Quiroga)


Pocas vidas han sido tan trágicas como la de Horacio Quiroga, tanto que a veces parece una broma del destino. Empezó a escribir a los quince años y vivió toda la bohemia de su país, incluso viajó a París, de donde volvió desilusionado. Perteneció al Consistorio del Gay Saber, un grupo de intelectuales dedicados a la poesía, que tuvo enorme influencia en el desarrollo de las letras en América. Entre las muchas desgracias de Quiroga cabe mencionar sus negocios, múltiples empresas que terminaron en el fracaso. Conoció la pobreza y la vuelta a empezar. Intento esto y lo otro. Amó la selva y el cultivo del cuento por sobre todas las cosas, en esto último se le reconoce como un renovador total de la tradición latinoamericana. Su visión del cuento está expresada con claridad en su Decálogo del Perfecto Cuentista. Sufrió incontables tragedias: su padre muere de un escopetazo accidental; el mismo mató a un amigo cuando estaba manipulando un arma que suponía descargada; víctima de una terrible parálisis, su padrastro se suicida ante él; su esposa también se suicida, angustiada por la opresiva existencia que llevaban en la selva y, finalmente, el también se suicida, años más tarde, al encontrarse aquejado de cáncer. Sin embargo, Quiroga tuvo la fortaleza de convertir su desgracia en arte o, mejor dicho, hizo del arte su fortaleza. Pese a todo, escribió. “Los Cuentos de la Selva” son el mejor ejemplo de un hombre aún optimista, capaz de tener esperanza y de entregar valores compartidos. Distinto al mundo que había entregado años antes en “Cuentos de amor, de locura y de muerte”, donde encontramos una realidad selvática agresiva y letal. La selva aparece con toda su exuberancia y brutalidad, pero también con su maravilla y fascinación. Entre esos dos polos se mueve la creación de Quiroga. Pero lo mejor de este autor es su capacidad de contar una historia con profundo contenido humano, en donde sobresale, otra vez, la fortaleza como valor central, sacar de lo terrible, de una crisis, una enseñanza que te ayuda a vivir. Para Quiroga la selva fue el espacio de curación y refugio de la tragedia, el lugar donde pasó la mayor parte de su vida y a la cual dedicó su mejores obras.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

alfin tienes tu blog, ta bien decente, ia estoy puro dando jugo XDDDD aiosss....
=^.^=

Anónimo dijo...

A mi el libro me gusto, solo por algunas historias como la del loro o la de la tortuga. Creo que el lenguaje que usaba en algunas historias era muy basico. Me gusto la creatividad y fantasia de las historias. La vida de Oracio Quiroga fue muy dura es por eso que yo creo que el escribio esas historias con aventura, alegria para expresar lo que el sentia a traves de sus cuentos.

Anónimo dijo...

A mi me gusto la historia de el hijo fue tan conmovedora